viernes, 10 de octubre de 2008

REFLEXIONANDO SOBRE LAS PRESIONES

Publicado el (Sábado 04.10.2008) Memorias de Concreto
Semanario El 82 (p7)
Del Poder Popular para la Vivienda y Hábitat

Gipsy Gastello Salazar

Al asumir este lugar y estas funciones desde las que escribo hoy, algunos compañeros que tienen más experiencia que yo en el área de la vivienda coincidieron en una advertencia: las manifestaciones a las puertas del Ministerio. Son muchas las historias, las anécdotas y hasta las leyendas urbanas al respecto. Secuestros, mujeres embarazadas clavándose en los árboles, vigilias de varios días y noches. Todo un tema que merece una profunda reflexión, autocrítica y entendimiento.

No todos carecemos de lo mismo ni tenemos que pelear contra las mismas necesidades. Pero sí hay algo que tenemos en común y son esos 40 años de historia cuartorrepublicana y puntofijista que nos enclaustró, a nuestros antecesores y a nosotros mismos, en una profunda miseria social, económica y política que todavía tratamos de superar. Y lo hacemos con mucho esfuerzo.

Cuando la Revolución Bolivariana llegó al poder, después de tantas represiones y desaciertos de la derecha, pudimos comenzar a hablar abiertamente de socialismo, de la izquierda, de la verdadera democracia participativa en la que todos somos iguales y merecemos lo mismo, sin importar condición social, género, raza, nivel académico, edad o proveniencia. Los millones de venezolanos que convivimos en esta tierra de libertad tenemos derecho al mismo compendio de beneficios, un acceso igualitario a la vivienda, la salud, la educación, los alimentos y demás servicios básicos necesarios para tener una vida plena, digna.

Sin embargo, se establecen prioridades que como colectivo debemos comprender. De lo contrario, el avance y el desarrollo no serían posibles. Una familia en condiciones precarias tiene la prioridad en ese acceso sobre otra familia que si no lo tiene todo, al menos cuenta con gran parte de lo que necesitamos para vivir cómodamente. No es un desconocimiento a la clase media, mucho menos se trata de obstaculizar su crecimiento y mejoría. Es sentido de lo social, es calidad humana.

¿No entienden acaso que alcanzar la mayor calidad de vida para 25 millones de habitantes, o más, es la misión única y última de la nación, y que dicho objetivo requiere, inevitablemente, de la capacidad para planificar las metas y organizarnos como pueblo? ¿Cómo pretenden alcanzarlo sin establecer prioridades u orden en las acciones? ¿Acaso esperan que el más pobre se muera de hambre mientras que el más adinerado sigue engordando en su penthouse? ¿A quién se le ocurre algo como eso? ¿Qué tipo de persona, de padre o madre, de ejemplo a seguir, puede ser alguien a quien no le importa el prójimo? Y no estoy hablando de ideología política, que la tengo y la defiendo con los dientes y las uñas, hablo de lógica humana, de sensibilidad social, de ciudadanía. Es que si hasta quisiera hablar en términos religiosos llegaría a la misma conclusión.

Vuelvo al principio: el tema de las manifestaciones y los secuestros a las puertas del Ministerio. Trato de entender a quien lo hace por una necesidad real. A ese que tiene años luchando por un techo y aún no lo tiene. Vivir una necesidad como esa desesperaría a cualquiera.

Sin embargo, situaciones como las ocurridas a las puertas de este Ministerio durante las últimas semanas no responden únicamente a la “impaciencia revolucionaria” del necesitado, del “sin techo”. Detrás de estas personas que rodean nuestro edificio, que lanzan ofensas, que impiden la salida de nuestros trabajadores, que trancan las calles de Las Mercedes, que obstaculizan el tráfico (de gente inocente que tiene que pasar por allí para llegar a algún lado). Que le sirven en bandeja de plata a los opositores nuestro afán de hacer de Venezuela un lugar mejor cuando le declaran enardecidos a los medios de oposición; existen mafias organizadas que hacen negocio con la desesperación de otros, esos otros que sí tienen una razón auténtica pero que caen en el juego de los agitadores de oficio, de los que se ganan la vida engañándolos y prometiéndoles falsedades.

Esas mafias, hay que decirlo, cobran cifras abultadas a las comunidades asegurando que los van a incluir en listas y sistemas de adjudicación fantasmas, que dicen tener contactos con autoridades que se dejan comprar, que juran tener un atajo “mágico” para solventarles su situación en tiempo récord.

Y mientras haya inocente que caiga en las mentiras del mafiosos, el problema de la vivienda, el déficit que existe actualmente, no se podrá solucionar. Así de simple.

Los supuestos líderes y organizadores de las oleadas de invasiones que han ocurrido últimamente saben bien que invadir un terreno o unas viviendas que no les pertenecen es un golpe bajo para nuestro proceso. Ellos saben muy bien que invadir lo que estaba destinado a otro es condenar a un grupo de familias a una peregrinación no merecida. Lo saben y, sin embargo, negocian con eso.

Debemos, todos juntos, arrancar de raíz esa idea de que a través de las trancas, los gritos, las pancartas y las hileras de autobuses pagados (porque cuestan miles de bolívares fuertes), los mafiosos conseguirán concretar su trampa.

Aquí no aceptamos presiones de ese tipo. Aquí no negociamos con las necesidades del pueblo. Aquí no le abrimos las puertas a las mafias.

El pueblo, con su eterna sabiduría, debe entender esto. Debe trabajar de la mano con el Gobierno Bolivariano y Revolucionario de nuestro Presidente Hugo Chávez. No hay otra salida. No existe otro camino para alcanzar la mayor suma de felicidad posible.

Vivienda: ¡tenías que ser mujer!

Publicado en TEMAS Venezuela
Opinión
del 19 al 16 de octubre de 2008
Maglene Sierraalta

Harto conocido es la diversidad de funciones que desempeñamos nosotras las mujeres: esposas, madres, abuelas, tías, hermanas, hijas, nietas, amas de casa, niñeras, conserjes, enfermeras, profesionales universitarias, profesoras, deportistas, heroinas, matronas, Cadetas, Capitanas y hasta troperas. Mantenemos económicamente a la familia. Realizamos trabajo hogareño y externo.
Este desempeño de múltiples funciones genera necesidades; la primordial: vivienda.
Necesidad de espacio para abrigar, desarrollar a nuestros hijos y formar la familia. ¡Vivienda con cara de mujer!.
Conformamos la mitad de la población. Nos encontramos en doble desventaja por tener que trabajar en la calle, al tiempo de atender a la familia y estar encargada de los quehaceres del hogar.
Mundialmente, demuestran las cifras, que la tercera parte de los hogares del mundo están encabezados por mujeres. En algunos sitios de Africa y América Latina, en no menos del 45% de los hogares, la cabeza de familia es una mujer. Estadísticamente está demostrado que estos hogares son más pobres que aquellos donde un hombre actúa como “jefe de familia”.
Diversas son las razones por las cuales una mujer asume la jefatura del hogar: viudez, divorcio, desplazamiento de población, maternidad en soltería y voluntad propia. En muchos casos, el hombre, convertido en migrante, ha tenido que irse en busca de mejores oportunidades de trabajo.
Las mujeres sufrimos al no poseer la vivienda donde desarrollar el hogar con la familia; muchas habitamos viviendas precarias. Se vive arrimada con familiares o amigos; se alquila una vivienda inadecuada. A duras penas se subsiste. Las mujeres somos vulnerables y estamos expuestas a la violencia de los desalojos. En nuestro presupuesto mensual, después de la alimentación, lo primordial es el pago de la vivienda.
Somos las mujeres quienes luchamos por el derecho a la tenencia de la vivienda en la cual habitamos desde hace más de diez años. ¡Muchas han sido las promesas que hemos recibido desde hace cuatro años y aún no se observan resultados!. Seguimos luchando. Esperamos. Tenemos paciencia revolucionaria.

Hábitat

Publicado en TEMAS Venezuela
Opinión
del 3 al 9 de octubre de 2008
Maglene Sierrraalta

En 1985 la Asamblea General de la ONU decidió decretar el primer lunes del mes de octubre como el día Mundial del Hábitat. En 1986 se inició la celebración mundial.
Escuchamos hablar del Hábitat, tenemos un Ministerio de Vivienda y Hábitat, conocemos el concepto de vivienda, pero ¿sabemos qué es el Hábitat?
El Hábitat está definido como el lugar donde un organismo vive y halla lo que necesita para sobrevivir: refugio, aire, agua, alimento y espacio. Los seres humanos, como organismos vivos y para poder vivir en nuestro medio, necesitamos tener todos esos elementos.
Quedan implícitos, para el ser humano, la relación Ciudad y Vivienda. Nace la búsqueda de soluciones para llegar al logro, creado constitucionalmente, del derecho a una vivienda digna; y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos más necesitados y de bajos ingresos. Venezuela tiene la nueva Ley de Vivienda y Hábitat donde se crea el marco jurídico necesario para su acceso.
En el planeta cada día crecen las poblaciones urbanas; se estima que, para el 2030, éstas habrán duplicado a las rurales. Se ha calculado en 1.000 millones la población del mundo alojada en viviendas inadecuadas y en 100 millones los Sin Techos.
Caracas requiere un rediseño de su Hábitat.
En los últimos 60 años se generó una producción masiva de edificaciones destructoras de la vegetación, sin criterios de ciudad. Donde vívían dos familias, con un carro, se erigió un edificio para 40 con el lógico incremento de vehículos, pero ¡Se olvidó el Hábitat! la calle y la acera continuaron siendo del mismo ancho; colapso total en el transporte. Pasamos horas y horas sentados en un vehículo para trasladarnos del hogar al trabajo y viceversa.
Igualmente, nos olvidamos de la convivencia. Nos hemos dedicado a cerrar las calles con vigilancia privada, a enrejar las casas y edificios; vivimos presos. Es necesario mejorar nuestros refugios y espacios para disfrutar las ventajas de la Ciudad.
El Ministerio del Poder Popular para la Vivienda y Hábitat plantea la construcción de nuevas ciudades en las cuales, además del desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de la familia venezolana, se muestre su sustento en el tiempo. ¡Todo a futuro!
Sin embargo, tenemos un presente caótico al cual no se le debe dar la espalda ni ocultar con un dedo. Hay que trabajar en paralelo para corregir los tropiezos del pasado y lo que podemos hacer en el presente, para optar en el futuro a los resultados que ansiamos.

Vivir de las rentas sin trabajar

Publicado en TEMAS Venezuela
OPINIóN
del 26 de septiembre al 2 de octubre de 2008
Maglene Sierraalta

En Agosto de 1998, Bernardo Pulido Azpúrua, Ingeniero Civil exPresidente de la Junta Directiva Nacional de Soitave, escribió un artículo en la Revista Inmuebles donde alertaba acerca del nuevo elemento distorsionante que complicaba la ejecución de avalúos.
El Ingeniero Pulido se refería a la data obtenida de los Registros Subalternos Inmobiliarios y la influencia que ejercían los honorarios pagados en el acto de protocolización, calculados en base a estimaciones de valor del bien que hacía el Registrador. A este acto lo bautizaron con el nombre de “Avalúo del Registrador”: acción fundamentada en la Ley de Registro Público.
Le preocupaba, al Ingeniero Pulido, la falta de soporte científico de estas valoraciones. No consideraban condiciones como conservación, mantenimiento y edad del inmueble; no se hacían diferenciaciones en un mismo sector, simple apreciación personal del registrador de turno. De esta forma se producía una sobrevaluación de los metros cuadrados vendibles y esto a su vez daba mayores Derechos de Registro por el pago de la protocolización de los documentos de venta.
Estimaciones “a priorique abrieron puertas y ventanas a la especulación inmobiliaria en Venezuela.
Definitivamente, en materia de avalúos de inmuebles debemos “agarrar el toro por los cachos”. Es cuestión de tomar Conciencia del carácter de la penuria de la vivienda, primordialmente de la Gran Deuda Social heredada que tiene el Estado venezolano con sus ciudadanos.
Continuar con los paradigmas de la economía tradicional capitalista, en los cuales se considera al inmueble como una mercancía producto de la inversión de capital, capital fijo y capital variable (capital en la medida que genera plusvalías por sí mismo) no es la mejor vía a la solución social de la necesidad de vivienda.
El suelo urbano por sí solo no genera plusvalía. Ésta se da gracias a las construcciones y servicios realizados por el Gobierno de turno.
Quiere decir que el propietario o el heredero ¡no! se han ganado con su “sudor” esa plusvalía. ¿Tienen derecho a especular aumentando sin límite los alquileres y ventas sin trabajar esa renta?
Engordar tierras o inmuebles no significa productividad que beneficie al colectivo.
¿Se justifica la especulación? ¿Hasta cuándo se dejará que el valor de la tierra o el edificio sea colocado por los especuladores?
Heredar suelo urbanizable o agrícola, edificios, casas, no justifica percibir “rentas” sin trabajar.