Publicado en el Semanario TEMAS Venezuela
1º al 7 de agosto de 2008
Maglene Sierraalta1º al 7 de agosto de 2008
Durante la administración del Presidente Medina Angarita 1941-1945, en Caracas, ciudad pueblerina, estalló el aumento poblacional. Producto de cambios en la legislación petrolera, fuentes de trabajo estimularon esperanzas en la población y abrieron brechas de sueños para adueñarse de la Ciudad.
Se inició entonces un plan de gigantescas proporciones; reurbanizar y replantearse el urbanismo en Caracas. Nace la Urbanización El Silencio y se crean desarrollos urbanísticos en el Este: Los Caobos, Campo Alegre, Altamira y comienza a perder el encanto de los “techos rojos”.
Supieron aprovechar el espacio. El estallido demográfico repentino y desmedido en los núcleos urbanos presionó a las autoridades. No hay espacio físico de la ciudad. El valle de hundimiento tectónico no es suficiente; Caracas se convierte en ciudad vertical.
Según Guillermo José Schael en “La Ciudad que no vuelve”, en 1966 dos millones de personas compartían la ciudad. 647.051 vivían en apartamentos. La Oficina Ministerial de Transporte estimó que se habían construido 8.500 edificios y advirtió que para 1990 dos millones de personas vivirían en 20.000 unidades residenciales proyectadas como Edificios. Se hizo necesaria la planificación vertical para aprovechar el 60% del espacio disponible de suelo urbano.
El crecimiento de la población es lo que más preocupa a nivel mundial; alimentos, agua, servicios públicos y viviendas pesan en las mentes de los líderes. Algunos tienen ideas dantescas, en un “Nuevo Orden Mundial”, para solucionar tal problemática.
El Distrito Capital no escapa a esa explosión; se elevó su población y el espacio vuelve a ser insuficiente. Según el INE, al 2007 teníamos 2.085.488 habitantes para 369 km2 con un equivalente de 5.645 hab/Km2.
Es necesario replantearse el redimensionamiento de Caracas; los urbanismos de los años 40 son insuficientes.
Dentro de la “Democratización de la Ciudad y Transformación Urbana”, interpretada como política de entrega del disfrute de la Ciudad al pueblo soberano, consideramos que no es suficiente su exclusividad para los Barrios.
Nos atrevemos a proponer que los habitantes de las viejas casas y edificaciones de más de 20 años deban ser integrados y reconocidos en la Ley Especial de Regularización de la Tenencia de la Tierra Urbana y Cogestión Integral en los Asentamientos Humanos Populares (2004) para permitir un abaratamiento del suelo urbano y poder reurbanizar la Ciudad Capital.