domingo, 20 de julio de 2008

La revolución del diseño

Publicado en todosadentro
Semanario cultural de la República Bolivariana de Venezuela
Sábado 19 de Julio de 2008


Farruco Sesto

Hay revoluciones que son políticas. Que significan cambios drásticos en la estructura de gobierno de una sociedad. Pero ahí se quedan.

Cuando las revoluciones son, además, revoluciones sociales, eso las hace más interesantes. Al hacerse el pueblo presente, adquieren un rasgo considerable de legitimidad y consistencia.

Avanza el concepto cuando se va a la raíz de los problemas estructurales y la revolución se hace económica. Sin ello no podría hablarse, en rigor, de una revolución profunda.

Pero la más completa, la que cierra el cuadro, es la que alcanza el plano cultural, el de los valores. Ella es la revolución verdadera, la que se da en las cuatro dimensiones relacionadas entre sí, la política, la social, la económica y la cultural.

¡La dimensión cultural!

Es por eso que las revoluciones más auténticas en sus mejores momentos desarrollaron poderosos movimientos de vanguardia en las artes y en las letras, en lo estético, en las propuestas y búsquedas de creación.

De modo que la Revolución Bolivariana no puede quedar atrás en esto.

Necesita romper paradigmas en todos los aspectos. Una revolución se alimenta también de las rupturas. En la búsqueda de sus raíces más auténticas, explora nuevas formas, nuevos lenguajes, deja atrás antiguos estilos anacrónicos, cuando no decadentes.

Y así lo debemos hacer nosotros. Y así lo tenemos que hacer.

Hay un mundo por hacer. Los nuevos ciudadanos que están surgiendo, necesitan nuevas ciudades hechas a su medida, a su conciencia, para unas mejores relaciones humanas.

La nueva arquitectura, necesita ser expresión de los cambios, ser expresión de nosotros, de nuestro pasado y, al mismo tiempo, de nuestra intención de transformar el mundo.

Vivamos, pues, estos cambios profundos a través de las artes y del mayor arte de todos, el arte de hacer ciudad a la vez que se hace ciudadanía.

El Ministerio del Poder Popular para la Vivienda y Hábitat, anuncia su intención de contribuir a la revolución del diseño, que no tiene límites, que no debe tenerlos.

Debemos vivir una vigorosa revolución en lo proyectual. Talento hay de sobra para ello.

Justiprecio, Justo Precio o Especulación



Publicado en el semanario TEMAS - 18 al 24 de julio de 2008

Maglene Sierraalta


Aprietos para comprar o tener acceso a una vivienda, en Venezuela, sigue siendo un tema álgido. Durante ochenta años hemos visto diversas fórmulas crediticias para obtener la “Casa”. La prioridad ha sido engendrar propietarios.

Nuestras políticas gubernamentales, en materia de vivienda, siempre coinciden en la misma ruta: arreglos mercantilistas. En 1928 fue creado el Banco Obrero, ente captador de ahorros del trabajador y financista de la vivienda, no logró su objetivo. Años después, transformado en Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI) pudiera fallecer sin alcanzar la meta.

Nuestra población crece y en la misma proporción aumenta la necesidad de viviendas. Se opta entonces por legislar el ámbito mercantil. Surgen bancos hipotecarios, institutos de créditos, el Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo, y la Ley de Política Habitacional.

En el Siglo XXI nace la Ley Prestacional de Vivienda, rumbo al Sistema de Seguridad Social Integral (Artículo 86 CRBV). El Fondo de Ahorros Obligatorio de Vivienda (FAOV) suple la política habitacional.

Estos modelos de políticas financieras han sido efectistas, pero no han logrado minimizar la penuria de viviendas. El proletariado no ha tenido, ni tiene, la Cuota Inicial.

Los sindicatos petroleros, a través de las reinvindicaciones que han conseguido para sus trabajadores, han marcado el precio de las viviendas en Venezuela. En el último contrato aprobado, se consiguió una ayuda de vivienda de 180 mil BsF; al aprobarse ese monto, los avisos en prensa de ventas de apartamentos usados, viejos, llenos de filtraciones y vicios ocultos, aumentaron al doble de la base conseguida en esa reinvindicación. De las nuevas, ni hablemos.

El colmo es que ni siquiera ese trabajador petrolero podrá comprar una vivienda usada.

El propietario codicia la reinvindicación de la empresa, los subsidios que otorga el gobierno, lo que gana el trabajador en salario, lo que ganan sus hijos y lo que ganarán sus nietos. ¡Capitalismo salvaje! ¡Neoliberalismo puro! Seremos sus esclavos a cambio de una vivienda.

¡Especulan! Crean artificialmente crisis acaparando viviendas vacías. Es necesario que el Estado venezolano, a través del Ejecutivo Nacional, tase o valore los inmuebles con peritos revolucionarios, para obtener el Justiprecio de la vivienda.

Así mismo, el Justo precio debe ser un valor correspondiente al bien evaluado y cónsono con los ingresos familiares del venezolano. Si no es así, seguiremos igual. Sin cuota inicial ni ingresos para pagar hipotecas. Necesitamos resultados sociales.