viernes, 10 de octubre de 2008

Vivienda: ¡tenías que ser mujer!

Publicado en TEMAS Venezuela
Opinión
del 19 al 16 de octubre de 2008
Maglene Sierraalta

Harto conocido es la diversidad de funciones que desempeñamos nosotras las mujeres: esposas, madres, abuelas, tías, hermanas, hijas, nietas, amas de casa, niñeras, conserjes, enfermeras, profesionales universitarias, profesoras, deportistas, heroinas, matronas, Cadetas, Capitanas y hasta troperas. Mantenemos económicamente a la familia. Realizamos trabajo hogareño y externo.
Este desempeño de múltiples funciones genera necesidades; la primordial: vivienda.
Necesidad de espacio para abrigar, desarrollar a nuestros hijos y formar la familia. ¡Vivienda con cara de mujer!.
Conformamos la mitad de la población. Nos encontramos en doble desventaja por tener que trabajar en la calle, al tiempo de atender a la familia y estar encargada de los quehaceres del hogar.
Mundialmente, demuestran las cifras, que la tercera parte de los hogares del mundo están encabezados por mujeres. En algunos sitios de Africa y América Latina, en no menos del 45% de los hogares, la cabeza de familia es una mujer. Estadísticamente está demostrado que estos hogares son más pobres que aquellos donde un hombre actúa como “jefe de familia”.
Diversas son las razones por las cuales una mujer asume la jefatura del hogar: viudez, divorcio, desplazamiento de población, maternidad en soltería y voluntad propia. En muchos casos, el hombre, convertido en migrante, ha tenido que irse en busca de mejores oportunidades de trabajo.
Las mujeres sufrimos al no poseer la vivienda donde desarrollar el hogar con la familia; muchas habitamos viviendas precarias. Se vive arrimada con familiares o amigos; se alquila una vivienda inadecuada. A duras penas se subsiste. Las mujeres somos vulnerables y estamos expuestas a la violencia de los desalojos. En nuestro presupuesto mensual, después de la alimentación, lo primordial es el pago de la vivienda.
Somos las mujeres quienes luchamos por el derecho a la tenencia de la vivienda en la cual habitamos desde hace más de diez años. ¡Muchas han sido las promesas que hemos recibido desde hace cuatro años y aún no se observan resultados!. Seguimos luchando. Esperamos. Tenemos paciencia revolucionaria.