lunes, 8 de junio de 2009

¡Todos a la calle!


TEMAS Venezuela
Opinión
del 29 de mayo al 4 de junio de 2009

¡Todos a la calle!

Maglene Sierraalta
¡Todos van a la calle! No quiero a esos inquilinos”. Esta fraseología, repetida mil veces, se escucha con frecuencia en esta lucha inquilinaria de parte de los propietarios. A los inquilinos, los dueños no nos quieren.
Ellos lo que desean es una renta gorda y especulativa.
No obstante, los inquilinos nacidos en esta tierra también saben responder: “¡Después de tantos años, viviendo en un mismo sitio, que lo vengan a atropellar a uno así!”, comentario de una vecina de la Parroquia San Juan ante una ejecución de desalojo. “Lo que más duele es estar uno en su Patria y tener que aguantar los atropellos de estos propietarios y administradores, en su gran mayoría europeos”.
Enfrentamos las consecuencias de la gran deuda social que el Estado tiene con los venezolanos, producto del gran déficit de viviendas. No tenemos donde ir. Deseamos abandonar los edificios chatarras y entregarlos a sus dueños, pero necesitamos garantía de viviendas.
Cuesta entender que a una familia inquilina, la cual religiosamente cancela su canon de arrendamiento, el propietario no le quiera renovar el contrato y sólo amenace por el simple placer de hacer valer su poderío de propietario y especular con el monto del canon de alquiler. El dueño no necesita la vivienda sino la renta; ¡el inquilino sí necesita la vivienda y paga la renta!
No tienen argumento legal para desalojar el inmueble e inician las amenazas personales. Llegan a utilizar “el machete”: ¡O te vas o ya sabes! No importa que el alquiler sea de ochocientos ó cuarenta bolívares fuertes. Lo importante para el dueño es su orgullo autoritario: ¡Se van! Esta es mi propiedad.
A estos propietarios se les olvida o desconocen los derechos irrenunciables del inquilino. Quien decida convertirse en inversionista inmobiliario, debe aceptar que el inquilino tiene derecho a la defensa ante los atropellos al igual que ellos tienen sus derechos ante el moroso.
Es necesario concientizarnos ante nuestros deberes y obligaciones, ante nuestros derechos. Estamos en un proceso evolutivo donde nuestro fin es la humanización de nuestra existencia.
Nuevamente es necesario citar a Rousseau: “Considerando las cosas humanamente, a falta de sanción natural, las leyes de la justicia son inútiles entre los hombres; sólo producen el bien del malvado y el mal del justo cuando éste las observa para con todos sin que nadie las observe con él.”