lunes, 3 de marzo de 2014

Por qué no caer en provocaciones

La parábola Zidane-Materazzi, o por qué no caer en provocaciones

Thais Marrero

En 2006, en la final del Mundial de fútbol de Alemania, que jugaron Francia e Italia, la estrella de la escuadra francesa, Zinedine Zidane, fue insultado por un defensa italiano, Materazzi, a pocos minutos del final del juego. Zidane, con todos los nervios de una final mundialista, volteó hacia Materazzi y le asestó un certero cabezazo. Con algo de teatro, Materazzi se llevó las manos al rostro y cayó al suelo retorciéndose de dolor. El árbitro, que observó la secuencia completa, no lo dudó y expulsó al mejor jugador francés desde Michel Platini. Con su mejor hombre fuera, Francia no pudo obrar el milagro e Italia terminó proclamándose campeona del mundo.

Materazzi, un defensa caimán y rústico, venció a Zidane, maestro y creador de algunas de las mejores jugadas de la historia del fútbol.
 
Hoy, en Venezuela, una ultraderecha desquiciada y enferma, nos está provocando a todas y todos quienes apoyamos la Revolución: además de insultarnos, destruye el transporte público, tranca las calles y arrasa todo a su paso, ataca a trabajadores, destruye plazas, y hace todo lo posible para incendiar el país.

A falta de ideas y frustrada por tantas derrotas, recurre al juego sucio, a la marramucia, a la patada malintencionada.

Algunos de nosotros quizá sintamos la tentación de devolverles el golpe. No se trata de dejarles hacer lo que les dé la gana, no: para eso están las fuerzas del orden. Pero el juego de la violencia es su juego, no el nuestro. No podemos caer en provocaciones. Como le pasó a Zidane.

¿Zidane tenía motivos para golpear a Materazzi? Sí, el jugador italiano lo insultó, y bien feo por cierto. ¿Se merecía un buen golpe Materazzi? Sin duda, por sucio, por antideportivo.... Ahora bien... ¿a qué iban los dos a esa final? ¿A ver quién golpeaba más duro a quién? No. Iban a ganarla, ¿verdad? ¿Y quién la ganó? El sucio, el antideportivo. De nada le sirvió a Zidane tener todos los motivos, toda la justificación, toda la razón del mundo para soltarle un vergajazo al otro, porque Materazzi se llevó su coñazo pero también se llevó la Copa del Mundo, que era lo que ambos fueron a buscar ese día.

Zidane se dejó provocar por Materazzi, y después de ahí, lo perdió todo. Aunque tuviera la razón, aunque fuera mejor jugador, aunque mereciera ganar.
 
Así que aunque tengamos la razón, aunque nos sobren los motivos, aunque nos indignemos ante la violencia de un grupo fascista de la oposición, no caigamos en provocaciones tomándonos la justicia por cuenta propia. Porque eso es lo que quieren, porque eso es lo que necesitan para llevar a cabo su sucio y antidemocrático plan.

Y no podemos perder la Revolución, que vale mucho, muchísimo más que una Copa del Mundo.