De no tener vivienda al problema de la convivencia
OPINIÓN NUMA MOLINA
La complejidad de la vida humana y el espejismo creado por la sociedad de consumo nos lleva con frecuencia a una inversión de valores y de necesidades.
Es lo que de muy diversos modos se está experimentando en los diversos asentamientos residenciales que con tanto esmero ha construido el gobierno. Es el sueño del Presidente Chávez y los desvelos de innumerables luchadores sociales que en silencio se gastan día a día para que acontezca el milagro de una vivienda propia para las familias.
No obstante, cuando he entrado en contacto con los equipos de servidoras y servidores públicos que están encargados de la organización de los nuevos asentamientos, todos coinciden en el grave problema de la convivencia. El desgano y la viveza para no comprometerse a trabajar en equipo por su propia comunidad hace que descarguen las responsabilidades en unos pocos. Otro aspecto es la subcultura violenta aprendida y asimilada que se traduce en la falta de respeto a normas mínimas de convivencia, todo ello pasa a ser piedra de tranca para la felicidad social. La mayoría de las veces hasta se convierte la vida en un verdadero infierno en el que, las familias que saben convivir, terminan siendo las víctimas de unos pocos, que se empeñan en convertir el edificio o la urbanización en espacios caóticos donde la convivencia es imposible.
Es lo que de muy diversos modos se está experimentando en los diversos asentamientos residenciales que con tanto esmero ha construido el gobierno. Es el sueño del Presidente Chávez y los desvelos de innumerables luchadores sociales que en silencio se gastan día a día para que acontezca el milagro de una vivienda propia para las familias.
No obstante, cuando he entrado en contacto con los equipos de servidoras y servidores públicos que están encargados de la organización de los nuevos asentamientos, todos coinciden en el grave problema de la convivencia. El desgano y la viveza para no comprometerse a trabajar en equipo por su propia comunidad hace que descarguen las responsabilidades en unos pocos. Otro aspecto es la subcultura violenta aprendida y asimilada que se traduce en la falta de respeto a normas mínimas de convivencia, todo ello pasa a ser piedra de tranca para la felicidad social. La mayoría de las veces hasta se convierte la vida en un verdadero infierno en el que, las familias que saben convivir, terminan siendo las víctimas de unos pocos, que se empeñan en convertir el edificio o la urbanización en espacios caóticos donde la convivencia es imposible.
LA MOTO EN ASCENSOR
He presenciado escenas, en aquellos edificios donde hay ascensores, de motorizados transportando sus motos allí como si fuera una bolsa de víveres, sin la más mínima conciencia de que esos equipos son de todos y que no cuidarlos es hacerle daño a la comunidad. Esos jóvenes necesitan de la orientación de sus padres y madres que deben ser los primeros educadores para la convivencia.
ÁREAS COMUNES DESCUIDADAS
El área de jardín convertida en un terraplén, pareciera que están esperando que venga la municipalidad a plantarle también el jardín. Son conductas egoístas que nos han enseñado poco a poco el individualismo reinante y así NO ES POSIBLE LA MAYOR SUMA DE FELICIDAD que queremos construir. Necesitamos aprender en los nuevos espacios que lo que es público es de todos y todas y debemos cuidarlo como si fuera el recibo de nuestra casa. Te puedes encontrar con paredes sucias y pintarrajeadas en los pasillos, escaleras llenas de desechos que dejan caer los propios residentes cada vez que pasan por allí. Es una pena encontrarse con edificios que los entregaron hace un mes como una tacita de oro y ya están convertidos en verdaderos ranchos. Perdonen que sea tan duro en mi apreciación pero creo que es urgente caer en la cuenta de esta realidad. Perdiste tu casa y ahora te dieron un apartamento y amoblado ¿qué más esperas? Lo demás te toca a ti hermano, hermana.
LOS EQUIPOS DE SONIDO
Cuando entré en un apartamento vi que el propietario tenía unas cornetas del tamaño de una puerta de habitación y le pregunté haciéndome el ingenuo si eran decorativas y me respondió que no, que estaban en uso, “las usaba en el barrio y cuando el deslave me las traje y ahora las uso aquí”, agregó. Aquel personaje ni siquiera sospechaba que ahora vivía en un apartamento en el que él se convertía en la tortura de los fines de semana para sus pobres vecinos. Esos problemas de convivencia son causa frecuente, más de lo que imaginamos, en cuanto a la violencia en nuestros sectores populares.
Cuántos vecinos indignados porque quieren un poco de paz en sus hogares para descansar de la faena diaria, se ven en la obligación de estallar en rabia frente a un abusador o abusadora que no respeta su descanso. Equipos de sonido a todo volumen en un apartamento, las cornetas a altos decibeles toda la noche en un pasillo, ventas de licor y de droga en los apartamentos, robos de celulares y atracos en los predios del propio conjunto residencial se convierten en un eterno dolor de cabeza. El problema antes era la vivienda, pero antes que ese hubo otro mucho más grave, el esquema egoísta y caótico que introyectamos en la cabeza y en el espíritu, que convierte a los seres humanos en verdaderos lobos para el mismo hombre.
¿Qué hacer ante semejante aberración? Antes el sueño era tener su vivienda digna y ahora ya el sueño se hizo realidad pero la falta de RESPETO COMO UN VALOR en algunas familias genera situaciones intolerables para la sana convivencia.
RECOMENDACIONES QUE PUEDEN SER ÚTILES
En todo grupo humano comenzando por la propia familia deben existir normas de convivencia que se deben cumplir. Si estas normas de convivencia no existen la vida se torna un caos y si existen y no se cumplen es aún más grave, eso se llama anarquía.
Yo sugiero elegir en asamblea general de la comunidad un decálogo de normas de convivencia las cuales deben ser redactadas cuidadosamente y aprobadas por la mayoría en la misma asamblea. No importa si tienen que dedicar una jornada a la organización, nunca será tiempo perdido sino tiempo invertido que redundará en felicidad para toda la comunidad. Deben proponerse desde el primer día la NECESIDAD de vivir en comunidad, de reconocerse como comunidad. Para vivir en comunidad es necesario poner en común, es decir, poner al servicio de los otros todas las cualidades que cada una y cada uno tiene. Deben definir el RESPETO como un valor que ayuda para la amistad. Yo no respeto al vecino por temor sino por amor, porque quiero lo mejor para él. A continuación algunos elementos que pueden ser útiles a la hora de organizarse para esta aventura comunitaria:
En todo grupo humano comenzando por la propia familia deben existir normas de convivencia que se deben cumplir. Si estas normas de convivencia no existen la vida se torna un caos y si existen y no se cumplen es aún más grave, eso se llama anarquía.
Yo sugiero elegir en asamblea general de la comunidad un decálogo de normas de convivencia las cuales deben ser redactadas cuidadosamente y aprobadas por la mayoría en la misma asamblea. No importa si tienen que dedicar una jornada a la organización, nunca será tiempo perdido sino tiempo invertido que redundará en felicidad para toda la comunidad. Deben proponerse desde el primer día la NECESIDAD de vivir en comunidad, de reconocerse como comunidad. Para vivir en comunidad es necesario poner en común, es decir, poner al servicio de los otros todas las cualidades que cada una y cada uno tiene. Deben definir el RESPETO como un valor que ayuda para la amistad. Yo no respeto al vecino por temor sino por amor, porque quiero lo mejor para él. A continuación algunos elementos que pueden ser útiles a la hora de organizarse para esta aventura comunitaria:
- Elegir un comité compuesto por vecinos que se encargarán de hacer cumplir las normas de convivencia. A estos vecinos los veremos como servidores y servidoras públicos a quienes debemos obedecer y respetar. Que los integrantes del comité también sepan servir con amor sin altanerías, sabiendo corregir. Estas normas deberían ser conocidas por algún ente gubernamental que tenga que ver con el orden público, ejemplo PNB o Guardia Nacional, para ello es factible invitar alguna autoridad a la aprobación.
- Hacer seguimiento a las personas y familias que no se someten a la norma para corregirlas oportunamente o de lo contrario sancionarlas.
- Contemplar en la normativa la posibilidad de extradición de la propia comunidad a aquellas familias que no se sometan a las normas de convivencia aprobadas por todas y todos. No es justo que en un universo de cien familias, por ejemplo, apenas ocho hacen imposible la convivencia.
- Creo que de entrada la venta de drogas y licor debieran ser prohibidas por el daño que causan. Un vecino que distribuye drogas o licor (que es también una droga pero aceptada socialmente), no quiere a la comunidad ni sueña con una verdadera convivencia.
- Recurrir a los organismos de seguridad y judiciales a que haya lugar con el fin de hacer valer la normativa de convivencia de la ciudadanía.
- PONERSE DE ACUERDO es una conducta fundamental. Cuando los seres humanos saben ponerse de acuerdo entonces acontece la fiesta, pueden celebrar y compartir equilibradamente sin que por ello falten al respeto común.
- Dediquen tiempo a los niños y a los jóvenes enseñándoles a valorar lo que poseen. Promuevan entre ellos el trabajo común asignando tareas que los lleven al trabajo en equipo. No formen ciudadanos egoístas que con egoístas nunca alcanzaremos la felicidad posible.
- Una norma que nos da San Pablo es “que todos tengan un mismo sentir”, es decir, que las emociones de tristeza o alegría sean compartidas y respetadas por la comunidad. Esto es posible cuando es el amor la norma suprema que rige desde los inicios el destino de un nuevo asentamiento residencial.
INCOHERENCIA ENTRE CONVIVENCIA Y REVOLUCIÓN
Con frecuencia encuentro esas experiencias en los nuevos y viejos asentamientos urbanos. Hermanas y hermanos que dicen estar apostando por el proceso revolucionario o por el socialismo del siglo XXI y son unos individualistas en la comunidad, que jamás hacen trabajo en equipo, que no saben de respeto al vecino, que el compartir alegrías y penas no entra en sus planes, que el cuidado y ornato de los lugares comunes no les importa, que nunca paga la cuota de condominio para que los servicios funcionen mejor, pero se dice muy revolucionario. Es una farsa llamarse y no vivirlo. Como es una farsa llamarse cristiano y reducirse solo a un cumplimiento privado de unos preceptos sin importarle la suerte de sus hermanos y hermanas con quienes convive en su barrio o urbanización. Ser capitalista o socialista, como ser cristiano, exige un modo de ser, un perfil, una actitud que se percibe apenas entras en contacto con la persona. ¿Qué revolucionario eres si tus compras de licor para el fin de semana son tu prioridad mientras dejas a la familia sin los alimentos necesarios? ¿Si te destruyes la vida que Dios te regaló y destruyes la de los demás? ¿Qué clase de socialismo es el tuyo si vives encerrado en tu propio egoísmo y en tu propio apartamento sin importarle lo que acontece en el entorno a tu gente? Ejemplo: al lado hay una anciana que vive sola y sufre mucho y te enteraste por fin un día que la encontraron sin vida, había muerto de mengua y tú ¿qué hacías llamándote cristiano y “socialista”?
Con frecuencia encuentro esas experiencias en los nuevos y viejos asentamientos urbanos. Hermanas y hermanos que dicen estar apostando por el proceso revolucionario o por el socialismo del siglo XXI y son unos individualistas en la comunidad, que jamás hacen trabajo en equipo, que no saben de respeto al vecino, que el compartir alegrías y penas no entra en sus planes, que el cuidado y ornato de los lugares comunes no les importa, que nunca paga la cuota de condominio para que los servicios funcionen mejor, pero se dice muy revolucionario. Es una farsa llamarse y no vivirlo. Como es una farsa llamarse cristiano y reducirse solo a un cumplimiento privado de unos preceptos sin importarle la suerte de sus hermanos y hermanas con quienes convive en su barrio o urbanización. Ser capitalista o socialista, como ser cristiano, exige un modo de ser, un perfil, una actitud que se percibe apenas entras en contacto con la persona. ¿Qué revolucionario eres si tus compras de licor para el fin de semana son tu prioridad mientras dejas a la familia sin los alimentos necesarios? ¿Si te destruyes la vida que Dios te regaló y destruyes la de los demás? ¿Qué clase de socialismo es el tuyo si vives encerrado en tu propio egoísmo y en tu propio apartamento sin importarle lo que acontece en el entorno a tu gente? Ejemplo: al lado hay una anciana que vive sola y sufre mucho y te enteraste por fin un día que la encontraron sin vida, había muerto de mengua y tú ¿qué hacías llamándote cristiano y “socialista”?
Obras son amores y no buenas razones.